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El Teatro brilla con luz propia

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Ante los días de mega apagón, bajones, administración de carga o racionamiento, no es aislada la pregunta: ¿Qué es del teatro sin electricidad?,  a esta se le suma: ¿y qué será de los actores sin agua, gasolina o comida? A las interrogantes  responden tres actores zulianos, cada uno con décadas de vivir sobre las tablas. Williams Quiroz, Lolymar Suárez y José Molero nos revelan Frente A Cámara que este es el  mejor momento para hacer teatro en el país. Aquí su testimonio.


 

“El teatro es vida. Es un medio para respirar y crear”

Williams Quirós

Actor. Director de Titilar, Niños Actores del Zulia (Niño Azul), Niño Azul Teen y el TEA.

 

En el espacio blanco e impoluto lo abarrotan las voces y cuerpo de más de 30 niños. Cada quien en su afán. Gritan, murmuran y brincan. La algarabía se silencia solo al escuchar las primeras palabras que afloran de la boca de Williams Quirós. Él es la cabeza de toda esta tropa de estrellas sobre y bajo las tablas teatrales. Solo él tiene la experiencia de calmar estas aguas, y es el director con más de dos décadas actuando y guiando a los futuros actores.

 

¿Qué es el teatro para ti?

“El teatro es vida. Es un medio para respirar y crear. La esencia del hombre es creadora. El hecho de que la iluminación sea un elemento, un complemento de una puesta en escena; o el agua, que obviamente es vital para la vida; o la vicisitud del combustible para la movilización, no puede cuartar la libertad creativa de un ser. El teatro es vida. Hay que seguir  creando, soñando y sorteando las dificultades. Tenemos las herramientas para vencer todos los obstáculos. Dios nos creó para ello”.

 

¿El teatro muere ante los grandes problemas que enfrenta la sociedad?

“El teatro no va a morir ante las condiciones que el día a día nos presenta. Tengo 23 años haciendo teatro para la familia y niños. Somos la bandera de los mensajes de ¡si se puede!, que es la bandera que debe prevalecer, porque a través del teatro hacemos soñar a los niños. Además, el imaginario también se presta para hacer de cualquier espacio no convencional, un lugar para la representación”.

 

¿Cómo nos puede ayudar el teatro a afrontar lo que vivimos?

Desde mi inicio en la escuela de Teatro Inés Laredo comencé en las artes escénicas. Uno de los modelos a seguir fue Jesús Chucho Pulido. Una de sus enseñanzas, que me marcó, como una huella en el corazón, fue que definitivamente el hacer el arte y ser parte de este movimiento es contribuir a la distracción, formación y educación. Creo que vivir en la piel de otras personas a través de las historias es lo más maravilloso que como actor se puede hacer. La dificultad está, tenemos la fuerza y herramientas para vencerla, no la dejemos decaer, cuando tengamos la debilidad del desespero miremos al cielo. Dios es todo poderoso, con él todo, sin él nada, vivan cada momento, cada sonido, cada palabra.

 

¿Se hace teatro de calidad?

La calidad es subjetiva. Si haces todo con el amor y vehemencia, la calidad va a florar.

 

¿Cómo vive el actor ante la situación que vivimos actualmente?

Todos los días observo, detallo y escucho a la gente que está a mí alrededor. En carne propia vivo los problemas, la dificultad me hace más fuerte. No soy un súper héroe. Pero, me doy fuerza y me digo a mi mismo debo continuar, no pudo decaer. Si caigo muero. Decidí ser actor de teatro. Estudié para hacerlo. El teatro me dio la oportunidad de ser docente, y creo que detrás de mí hay niños que necesitan verme en escena. Hay niños y adultos que esperan que mis herramientas les sirvan para hacerlos reír y soñar.

 

¿Cómo se llamaría el montaje si Venezuela fuese una pieza Teatral?

“Todo, menos el viento se llevó. Creo que Venezuela es un compendio de energías, fuerza y recursos valiosos. En toda historia hay protagonistas y antagonistas. Sin protagonistas, nos volvemos antagonistas, y los antagonistas se vuelven protagonistas. Así es la vida. ¡Venezuela viva y Viva Venezuela! llamaría este montaje. Como exclamación, le damos luz, fuerzas y creo que en toda moraleja tenemos una muy buena reflexión. Estoy convencido, que todo, es aprendizaje, y nos vamos hacer unos espectadores súper analíticos, reflexivos e hipersensibles, porque conocemos la historia, vamos amarla, a cuidarla, a enaltecerla y vamos saber en el futuro qué hacer y qué no.


 

 

“El teatro habita siempre en las crisis, es su hábitat y su mejor campo de batalla”

Lolimar Suárez

Actriz y escritora del Teatro Estable de La Universidad del Zulia (Teluz) y Teorema.

 

El telón se abre. Dos personas hacen un círculo en el piso del teatro con tiza. La luz azul tiñe todo el lugar. Ahí, vestida de alguien más, está Lolimar Suárez. Durante poco más de media hora pasará de una emoción a otra. Sin darse cuenta la actriz con 31 años en el teatro zuliano que deja a más de uno boca abierta, con una lagrima en la mejilla o una sonrisa a medio andar. Logra emocionar al público. Se desviste de ella misma y desarrolla un personaje, donde Lolimar muere sobre las tablas y en esa transfiguración metafórica cobra vida alguien más.

Tres décadas entregada al teatro muchos son los personajes que interpreta entre los más resaltantes nos recuerda a la Rosa Castellanos en Drama de Arcilla, Elisa en El Avaro,  Bruna en Nuestra Señora De Las Nubes.

 

¿Qué es el teatro para ti?

– Es un arte completo, honesto e imprescindible en todas las culturas y épocas.

 

¿El teatro muere ante los grandes problemas que enfrenta la sociedad?

“El teatro habita siempre en las crisis, es su hábitat y su mejor campo de batalla pues, en mayor o menor medida. Es permeable a los avatares de las economías y la política. Es una especie de crónica efímera de lo que nos sacude como sociedad.  Quizás es por eso que se explica que el teatro no esté muerto, ni pueda nunca estar muerto, ni en  Venezuela, ni en ningún otro país. Es muy posible que nadie lo perciba, pero aquí hay mucha gente trabajando, en silencio, escribiendo, ensayando, incluso muchos hasta en funciones, porque hay espacios culturales activos, sobretodo en Caracas. Eso nos da una visión nada derrotista del tema país, pues se trata de que el teatro es probablemente el arte que más cerca esté de retratar nuestra realidad, de poner una reflexión en el espectador. Ciertamente en ciudades como Maracaibo se respira un vacío de programación teatral en los muy escasos espacios culturales que hay,  pero los artistas no están suspendidos, el trabajo del actor, del director o del dramaturgo es casi monástico, pero siempre con el apremio de mostrar en algún momento el trabajo, que es el verdadero sentido del teatro. Podemos decir que el teatro está golpeado, pero jamás muerto”.

 

¿Se hace teatro de calidad?

La calidad está en la formación y el universo creador del artista, pero necesariamente la posibilidad de mostrar esa calidad con todo lo que involucra dependerá de organización, de recursos, de espacios adecuados y de fechas para la confrontación con el público. Sin embargo, hoy en Venezuela se anteponen otras crisis, algunas insólitas para un país sin guerras y sin desastres naturales, como lo son no tener electricidad o agua potable. Entonces ocurre que brillantes proyectos teatrales se ven obligados a reposar.

 

¿Cómo vive el actor ante la situación que vivimos actualmente?

“Es cultura. Para una  mayoría de los artistas escénicos en América Latina, por no decir de otras regiones del mundo,  que los actores no viven del teatro, que quienes hacen teatro posiblemente sean maestros, periodistas, médicos, comerciantes… Y sucede que de ese salario y de ese empleo o profesión queden horas libres y acaso algunas monedas para correr a un ensayo, para diseñar un montaje, para imprimir un texto. Eso, si antes no son nuestros cómplices más cercanos (madres, hermanos, padres) los que subsidian esta disciplina.  Así ha sido, pero sin ser conformes, es muy revelador que ese cero porcentaje del presupuesto nacional para los actores de teatro tampoco lo haya podido anular como disciplina. Es también corriente en nuestros países saber que las monedas de una taquilla al terminar una función tampoco llenan un cesto de mercado, pero de modo terco y persistente,  los actores están allí, los artistas escénicos siempre están allí”.

 

¿Cómo nos puede ayudar el teatro a afrontar lo que vivimos?

“Es necesario ir al teatro. Es importante apoyarlo, ofrecer al espectador la oportunidad de asombrarse, reflexionar, disfrutar de una experiencia irrepetible. Quien va al teatro con regularidad es un ciudadano sensible, con un descubrimiento estético que otros no han tenido. Maracaibo ha tenido una cultura del hecho escénico muy antigua, pero ha habido altibajos. El público quiere ver teatro de calidad en los teatros y ese debe ser el desafío para quienes ejercemos esta profesión”.

 

¿Cómo se llamaría el montaje si Venezuela fuese una pieza Teatral?

El año pasado estrenamos con Teorema y alianza con Fundrama, la obra teatral El Puente. Una pieza de mi autoría. Ambientada en los años 60 durante el gobierno de Rómulo Betancourt, que narró una historia de amor en medio de dos tiempos en el país. Un país antes y después de la magnífica construcción del Puente Sobre el Lago de Maracaibo. Hay un paralelismo entre aquella ilusión de modernidad y lo que ocurre luego en la trama. Hoy creo que andamos en un puente, sabemos de dónde venimos, creemos saber o soñamos el destino, pero no dejamos  de tener interrogantes, miedos o desalientos  mientras cruzamos. Aunque todo ello nos abrume, toca cruzar ese puente.


 

“El Teatro Salva”

José Molero

Actor. Director de la Escuela de teatro Inés Laredo. Docente de la cátedra de actuación en el instituto municipal de Cultura Juan de Dios Martínez. Fundador de Bajo el sol Colectivo Teatral.

 

Muchos son los personajes que han interpretado en su vida José Molero, pero ninguno como La China Contreras. Su primera interpretación femenina y con la cual lleva 11 años haciendo reír a los venezolanos que disfrutan de Señoras de Maracaibo. “Fito, el hijo mío, muchaaaachaaaaaa” es el sello de La China Contreras. Personaje, que entra en el Top personalidades más exageradas al hablar de nuestra idiosincrasia. Comparable a los históricos Roñoquero y Mamblea. Con nostalgia, José recuerda aun a Arturito, su primer papel actoral con el Grupo Tablón. En su verbo también han estado las voces de Rodi, Pedro de la rosa de la noche, Gaetán, López de Aguirre, El capataz. Y es que, hablar con él sobre el teatro es un acto de amor y nostalgia, cargado eso sí de esperanza ante la crisis que atraviesa Venezuela. Pero ante las adversidades José nos confiesa que, el teatro está más vivo que nunca y que la solución de muchos pesares tienen solución en el teatro.

 

¿Qué es el teatro para ti?

“El teatro es un don de la naturaleza humana para sobrevivir. El teatro es un arma para la sanación, liberación, comunicación y la acción colectiva. Permite el encuentro de la unidad social, utilizándolo con conciencia grupal. El arte nos salva”.

 

¿El teatro muere ante los grandes problemas que enfrenta la sociedad?

“El teatro no está muerto. Es imposible. La cartelera no está repleta como antes, pero se sigue habiendo. Yo creo que el teatro morirá cuando deje de existir el último hombre, y digo tal vez, porque ante el silencio, éste se convierte en el eco de la propia existencia humana. Yo acabo de montar Las Barbuas de Juan de Dios Martínez y nosotros no tenemos música grabada o iluminación, los actores hacen todo y es un montaje pensado para que no sea un impedimento la falta de electricidad”.

 

¿Cómo vive el actor ante la situación que vivimos actualmente?

“Los actores somos mortales, no somos dioses. Batallamos como todos para poder suplir todas las necesidades básicas.  El oficiante del teatro no se va a dejar consumir por la inacción es su naturaleza. Es su misión. Es un gran don divino nuestro trabajo ante la sociedad. Debemos poder compartir de manera amorosa el arte con el que nacimos. Yo soy feliz haciendo teatro”.

¿Cómo nos puede ayudar el teatro a afrontar lo que vivimos?

“El teatro se potencia en las crisis. Nos volvemos más creativos. Con el afán de ser coherente el teatro está hecho para sobrevivir, para mantener unido al grupo. Desde la comedia o la tragedia el teatro da la oportunidad de olvidar lo que está viviendo. Es importante la recreación y la reflexión, es importante vernos reflejados en el escenario de la óptica de la belleza del arte. Yo he tenido experiencias con las Señoras de Maracaibo, con personas con enfermedades terminales, personas que sufren de pánico, y nos abrazan, felicitan, porque gracias al teatro logran tener ganas de vivir y seguir a delante. Para accionar, para sobrevivir”,

¿Cómo se llamaría el montaje si Venezuela fuese una pieza Teatral?

“Venezuela: Un monologo bajo la tormenta”.

 

TEXTO Y FOTOS: NORGE BOSCÁN PINEDA @NorgeBP

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