De norte a sur y de este a oeste el Zulia goza de un espectáculo natural de más de trece mil kilómetros cuadrados. Hoy mostramos la cara amable del Coquivacoa,  el lago que con sus olas esculpe la arena y los corazones de los zulianos.

El marullo besa la costa, sobre este la brisa suave. Es un nuevo día,  unas nuevas aguas que entumecen los pies y hacen que el escalofrío llegue hasta la punta del cabello. Delante, la plenitud y la grandeza del dador de vida de estas costas, es el Coquivacoa para unos y para otros -más recelosos- El Lago de Maracaibo. En él  cuentos y leyendas aún se escuchan, pero la verdad palpable es que si usted quiere y se atreve a disfrutar, puede entre sus aguas vivir una historia increíble.

En el Norte

Las aguas regias y frías del golfo chocan con las suaves y cálidas del lago -ayudado por la profundidad del canal de navegación- esta unión permite contemplar un espectáculo de color, ritmo y fuerza. Ellas son la puerta de entrada para los grandes barcos que buscan petróleo hasta el corazón del lago. Mientras que, en la quietud de las aguas los pescadores revisan entre los marullos sus redes, para cerciorarse que los pescados, camarones o cangrejos azules hayan caído en su trampa.

Las cercanía entre las islas Zapara, Toas, San Carlos, Pescadores, Los Pájaros, Maraca, San Bernardo, Los tortuguillos y  Sabaneta de Montiel brinda al visitante opciones variadas para disfrutar y conocer el modo de vida de sus pobladores. Además la posibilidad es infinita al momento de disfrutar de alguna playa o tener contacto con la naturaleza.

Lo recomendado es el paseo entre las islas, una ruta placentera y cautivadora, incluso le parecerá poética la estela de hondas que deja cada lancha a su paso, dibujando sobre el lienzo acuífero una nuevo tramado de ritmo, que cambia de color mientras el sol naranja se despide hasta el nuevo día.

Lo recomendado es el paseo entre las islas, una ruta placentera y cautivadora, incluso le parecerá poética la estela de hondas que deja cada lancha a su paso, dibujando sobre el lienzo acuífero una nuevo tramado de ritmo, que cambia de color mientras el sol naranja se despide hasta el nuevo día.

Desde el Sur

Bañado por los ríos y caños que vienen de los suelos altos, preñan de color y diversidad cada orilla, el choque entre las aguas es único, quien transita en lancha sobre ellos se queda atónito como la densidad y color del agua se transforman.

Muchos recorren las costas en búsqueda de calma, sosiego y paz interior admirando la naturaleza a su alrededor, mientras que otros más atrevidos se divierten surcando raudos las aguas para luego degustar un platillo elaborado por las esposas de pescadores: Ensalada, chicharrones de corvina, plátano y queso frito, todo hecho frente a usted.  Para los más golosos un dulce de leche de vaca o un calabazate bien dulce le espera como postre. Para los prudentes el descanso le espera en las aguas cálidas y de marullos suaves. El silencio es su mejor acompañante y es que la tranquilidad solo se rompe el transitar de los cayucos y lanchas.

Estas aguas son más limpias pero de color oscuro, aquí el lago parece infinito, no hay costa a las vista, solo agua tranquila y cielo, permitiéndole sentir lo pequeño que es usted ante la grandeza de la vida natural.

Muchos recorren las costas en búsqueda de calma, sosiego y paz interior admirando la naturaleza a su alrededor.

Texto y fotos: Norge Boscán Pineda @NorgeBP